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Sobre mi y mi minimalismo

Hace mucho tiempo que no escribo de minimalismo puro y duro, introduzco conceptos y opiniones en ese contexto, pero no “pontifico” ya.

No es que no me interese el minimalismo, es que como cuento experiencias minimalistas, y éstas ya son la norma, sólo esporádicamente escribo  algunos conceptos, lo contrario sería escribir un diario.

El minimalismo y mi persona son ya una sola cosa, con matices, pues nada es negro o blanco pues hay toda una gama de matices, pero las bases son minimalistas, y se ha extendido a toda las actividades.

Mucho he escrito sobre el tema, otros compañeros blogger del minimalismo tienen aportaciones muy interesantes, los sigo por suscripción y en Twitter, y el que lo desee tiene dónde leer.

Solo me queda contestar a quien guste y me lo manifieste (de la forma que prefiera)  sobre el minimalismo, para ello he implementado las herramientas oportunas, quien quiera saber más, puede ir directamente a mi colección sobre minimalismo, donde he introducido casi todo lo escrito sobre ello.

¿Quiere decir esto que ya no voy a escribir sobre minimalismo?

No, en absoluto, sólo que no será preponderante.

Estoy en una etapa de vida (en la sexta década) dónde he sufrido bastantes perturbaciones, todas ellas las he enfrentado con una actitud minimalista (por eso me auto llamo “minimalista sobrevenido”) y ya no hay vuelta atrás.
Me pregunto si me tocara la lotería un gran premio ¿qué haría?
Difícil es que me tocara puesto que no juego, pero si jugara, ¿seguiría siendo minimalista? Os puedo asegurar casi con certeza que sí.

En unos meses atrás, ví “a la calva”, no me asustó, asumí que podría ser el final y oré con el pensamiento, desperté a la mañana siguiente, dí las gracias por el nuevo día, y seguí viviendo.

Ahora estoy en la etapa de reflexionar sobre lo vivido, reflexiono observando a los más mayores que yo, a la sociedad que a veces me alarma, y como interrelaciono yo con ella, y si es la mejor forma de hacerlo.

No deseo llegar a ser como esas personas de la década 8ª que se carcomen con lo poco que les queda y lo poco que han hecho.

Me voy a los parques, pero no para observar a los mayores, sino para observar a los niños jugar, también abro mi ventana mientras fumo mi cigarro puro y tomo mi café (ahora descafeinado) y gozo viendo jugar a la chiquillería (vivo a pié de calle ahora) juegos ruidosos y llenos de vida y sencillez.

Es una vida sencilla, minimalista, que gozo en mi ocaso vital, y creo que si llego a la ancianidad, estaré en paz y sin remordimientos, hasta he perdonado a los que me hicieron mucho mal.

Siempre con vosotros, a vuestra disposición, escribiré como siempre, siempre que me sea inspirado.

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